Se puede cambiar la historia, quien diga lo contrario no vio el GP de Abu Dhabi. A cinco vueltas para el final, Hamilton lideraba a un pelotón adormecido camino de su octavo título tras un error de Verstappen en la salida. Pero Latifi fue Glock, estrelló su Williams bajo el hotel, y se desencadenó un coche de seguridad que conduciría al desenlace más insospechado. Red Bull decidió parar a Max y montar neumáticos blandos nuevos. Mercedes dejó al inglés fuera, porque no pensaban que hubiera tiempo suficiente para reanudar la carrera. Pues hubo tiempo para una vuelta completa de pura competición, cinco kilómetros apoteósicos en los que Verstappen acosó a Hamilton y le adelantó en la horquilla que precede a las rectas. No las necesitó. Le tiró el coche, por dentro de la pista, con dureza pero limpieza, ya se sabe. Arrancó las pegatinas al piloto más rápido del día porque se había quedado sin posibilidad de defenderse. Y contra todo pronóstico, horas antes, cambió la historia. Max destronó al siete veces campeón. Larga vida al nuevo rey.
Pero sufrió, sudó, y perdió, antes de ganar su primer Mundial. Desde la pole, la arrancada del neerlandés fue mala, sin atenuantes, y Hamilton le pasó con excesiva facilidad antes de la curva uno. Max se intentó pegar y le superó en la recta de atrás. El Mercedes acortó de forma sucia por el interior y recuperó el puesto, cuando el Red Bull no se había excedido en la trazada, pero la FIA consideró que no había nada que juzgar ahí. Hace una semana dijeron lo contrario.
Hasta que Latifi, a cinco vueltas del final, chocó con violencia contra las protecciones en el tercer sector mientras perseguía a Mick Schumacher. El coche de seguridad era imprescindible, aunque parecía factible que la carrera terminara tras él, porque había poco tiempo para limpiar el estropicio. Si Hamilton paraba, saldría detrás de Verstappen. No lo hizo. Max sí, cambió a gomas rojas con la esperanza de que se relanzara la prueba con tiempo suficiente para jugarse el tipo. Con un intento le valdría. Corrió el reloj y Masi informó a vuelta y media del final que el ‘safety car’ se marcharía, que el Mundial acabaría en la pista, como se merecía. Toto Wolff bramó por la radio y el australiano respondió: "Esto son las carreras de coche". Buen cierre a un curso demasiado intervencionista.El resto ya es historia de la Fórmula 1. Verstappen se pegó a la estela de Hamilon y le rebasó antes de la recta. Se defendió serpenteando antes de la chicane y no dio opción ante la peraltada. Ahora sí, el Mundial había terminado. Con lágrimas, se tomó un tiempo en silencio frente al Red Bull para celebrar un título que nadie nadie daba por posible. Hamilton aceptó la derrota.